En Azores tienen por patrón de las islas al Espíritu Santo. La vida siempre fue difícil. En mitad del océano, casi en el fin del mundo. Antes de ser paraíso, fueron islas de volcanes y naturaleza rabiosa. Montes de fuego, viento y soledad.
Luego llegaron los prados infinitos, los anticiclones y la vida feliz de las vacas.
Y los pequeños imperios donde se encuentran la corona, el cetro y la placa de plata y donde a base de carne y legumbres se agasaja a los fieles con la Sopa del Espíritu Santo.
[Ilha de Sâo Jorge ]
En Azores tienen por horizonte el mar, por patio la bahía y por templo pagano el Café de Peter, en Horta, en la Isla de Faial, casa para navegantes y poetas solitarios, cobijo para avisos de galerna y temporales.
Según cuentan, en la lejana China existen colinas mágicas que cuando las excavan descubren gigantescas construcciones funerarias, restos de pirámides de origen milenario y de alguna dinastía perdida.
En Azores no existen pirámides vetustas, de las de antes del tiempo. Pero tienen por costumbre subir a las colinas de Terceira y recordar de memoria las aventuras de los balleneros.
En Azores tienen por costumbre los tapices de hortensias y el queso sabroso. Mucho queso. Y por ello, cuando podemos, nos escapamos. En el fondo, los quesos son una excusa para volver unos días al paraíso antes de que los turistas se enteren.
[Açores]
[Sâo Miguel]
[Terceira]
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